La espontánea Ericka de la Vega
Una conversación con la chispeante presentadora de Latin American Idol, al empezar la tercera temporada del programa.
Su acento frente a las cámaras puede no estar necesariamente relacionado con su nacionalidad. Pero basta con escucharle un “cónchale chamo” para saber sin dudarlo que procede de Venezuela.
Erika Patricia de la Vega, esa ocurrente mujer cuyo rostro se internacionalizó gracias a su trabajo en Latin American Idol ( LAl ), sabe muy bien modular e impostar su voz, ya que desde joven su pasión ha sido la radio. De hecho, se inició en el espacio radiofónico El monstruo de la mañana; posteriormente, fue voz e imagen del canal AXN y presentó micros sobre noticias inverosímiles en el prime time del canal Sony.
De manera que no es de extrañar lo neutral que es su acento, aunque ella misma contó a Teleguía que más bien la producción de LAI le pidió que fuera lo “más venezolana posible” en la conducción pese a que la señal se transmitiría a toda la región y se estaba grabando en Argentina.
“Tanto a Monchis (Balestra, el otro presentador que es argentino) como a mí, nos pidieron que fuéramos exponentes de nuestras culturas porque eso era lo que querían mostrar y, en parte, así representar lo multicultural que es LAI ”, comentó.
“Para sobrevivir a una experiencia como esta, lo mejor es ser auténtico, porque si busco parecerme a los argentinos o a los mexicanos, voy a perderme y a desdibujarme; y a mí me fascina ser embajadora de mi país. Aunque si uso un modismo venezolano, luego usaré una palabra más mexicana para que haya un balance. Esto lo hago por iniciativa propia; no es imposi-ción”, continuó esta caraqueña nacida en marzo de 1975.
Premio al esfuerzo
Aparte de talento, para convertirse en un nuevo ídolo musical latino, se requiere de mucho esfuerzo. Hay que superar tensas pruebas cuya complejidad crece semana a semana. Y algo similar vivió Erika antes de ser elegida como conductora.
“Me llamaron para que asistiera al casting . Y luego pasamos por pruebas más duras que las que deben ganar los concursantes ante el jurado. Fueron muchas pruebas delante de diferentes personas y también fue mucho tiempo de espera para enterarse de los resultados”, recuerda.
Durante ese proceso, conoció a Monchis , con quien hubo una química especial desde el primer momento: “La última prueba nos tocó hacerla juntos, y al acabarla, terminamos tirados en el suelo, tanta era la presión y el agotamiento. Por eso, para mí fue doble la alegría al saber que quedaba como conductora y que era junto a él”.
Para esta publicista, el primer año de LAI fue “de adaptación al formato del show y de acoplarse el uno al otro”. Por eso fue que en la segunda temporada ya hubo más intervenciones suyas, luego de que empezara a sentirse más libre.
“Con este van a ser tres años trabajando juntos y ya sabemos cómo complementarnos bien. Poco a poco, hemos ido impregnándole nuestra personalidad al show gracias a la confianza que nos han dado y la que nos hemos ganado. Pero lo que es realmente esencial es que el éxito del programa recae en su formato y en su producción. El mérito no es ni de un jurado ni de los conductores”, sostiene ella.
“Como un circo”
Esta mujer de 33 años admite sentirse muy orgullosa de poder decir que forma parte de un proyecto tan ambicioso como LAI , el cual cuenta con una producción apabullante. Más aún, de la Vega opina que este espacio del canal Sony “ha marcado una diferencia en la forma de hacer televisión en la región”.
Sin tomar en cuenta a los peculiares y llamativos personajes que llegan a las audiciones, para Erika este trabajo “es como en un circo”.
Los televidentes ven solo tres meses del programa, pero no saben que desde seis meses antes ya estamos trabajando en él. Recorremos cinco países con un equipo de más de 50 personas, y muchos, muchos kilos de peso. Es como llegar a un país, poner la carpa y hacer el trabajo. Después tenemos que recogerla y partir a otro lugar para hacer lo mismo”.
Erika reconoce ser fan de la versión estadounidense del show y dice admirar mucho a su presentador, Ryan Seacrest. Sin embargo, explica que esa es solo una de las 33 versiones que Idol tiene en el mundo, pero que el reto de LAI es mayor porque es el único que involucra a varios países.
“Esta versión va dirigida a toda Latinoamérica, y es muy lindo que, si bien estamos a gran distancia física, tenemos muchas coincidencias entre países. En mi caso, el poder compartir con tantas personas y conocer de sus culturas es algo que no tiene precio”.
Pero como todo lo bueno conlleva un sacrificio, para de la Vega lo más complicado es tener que mudarse tres meses a Argentina mientras graban las transmisiones de las galas. Ese período se hace especialmente cansado porque muy seguido debe estar viajar a Venezuela para atender otros compromisos laborales.
No obstante, nada le roba la simpatía, ni siquiera las horas que dura su vuelo de Argentina hasta su tierra natal.
“Tanto viaje de aquí para allá hace que, cuando llego a Venezuela, no sé ni cómo me llamo”, bromea.
De las ofertas de trabajo que le hacen, la locutora toma las que mejor le parezcan, pero sobre todo “aquellas que la agenda permita”. Eso sí, lo que no descuida para nada es su espacio de radio y, si está fuera o anda de viaje, graba e interviene por Internet.
“No hay nada más sabroso que hacer cabina y estar con tus compañeros”, dice quien es imagen de varios servicios y productos en Venezuela.
Confiesa que tiene la espinita de la actuación en el cine, aunque se haya negado a participar en telenovelas: “Estoy muy feliz con la conducción y la radio, para telenovelas no tengo instrucción; además hay mucha gente buena para hacerlas, así que mejor que sean ellos”.
Es muy discreta y evasiva cuando se le pregunta por su vida personal, aunque sí manifestó sentirse muy feliz con su novio, de quien prefirió no dar ningún detalle.
Solo confirmó que esta es la primera temporada que hace teniendo una pareja.
Justamente por esto es que la tecnología se ha convertido en su principal aliada para acortar distancias y hacer más llevadera la momentánea separación.
Y con su característico positivismo, concluye: “Son períodos de tres meses y se pasan muy rápido”.